Por Marcelo G. Pose
Acerca del rol de la Casa Blanca como groupier en el paño de las relaciones internacionales. China, Estados Unidos, Rusia y la Union Europea, actores que se acomodan a un cambio de época. Nos aventuramos en algunos futuros posibles escenarios.
Actualizando, en clave realista, la política exterior norteamericana respecto a R.P.China y Federación Rusa.
Por Marcelo G. Pose
No hay que descontar que las grandes potencias continúen desafiando la primacía norteamericana. Rusia retó a la comunidad internacional con la invasión a Ucrania y mientras se avizora el final de la partida, Rusia hace valer su posición y Estados Unidos, otra vez, arbitra (como juez y parte), una paz inminente y perdidosa. No se puede ocultar el fracaso de la política exterior norteamericana y, a la vista de los resultados, quizás, este traspié sea el reflejo de la fragilidad en el ámbito doméstico del gigante continental.
En otro cuadrante, la emergencia de China como pleno dominador mundial parece no ser tan cierta. Su PIB alcanzó las 19 billones en 2024 mientras el de Estados Unidos 29 billones. En el ranking de compañías Forbes 2000, 8 de las 10 primeras pertenecen a USA o alguno de sus aliados, mientras hay solo 2 chinas, mientras que si miramos las primeras 50, 9 de ellas son chinas, y de las principales 100, hay 12. En este contexto tampoco debemos olvidar que como en el caso de los iPhones de Apple, que se ensamblan en China, el producto es agregado a su PBI aunque la mayoría de los componentes llegan de países como Taiwán o del mismo Estados Unidos. Habría que detallar también, todos los reparos que genera la elaboración de los datos referentes al volumen de la economía china por parte de su gobierno, que no se allana demasiado a la transparencia.
El gran juego
El descubrimiento y revelación de los resortes que accionan desde lo profundo para escenificar las habituales decisiones que se toman desde la Casa Blanca, reclama un enfoque pragmático. En efecto, a la luz de los hechos resulta claro que las medidas tendientes a contener las demandas de seguridad de la Federación Rusa ( en adelante Rusia) mediante la aplicación de sanciones económicas terminaron en un estrepitoso fracaso. Tales medidas, además de provocar el deterioro de la Comunidad Europea ejemplificado en el estancamiento del PIB alemán, produjeron un daño en las relaciones que,tanto en el corto como mediano plazo, condicionarán el desarrollo del bloque común, que se enfrenta, no solo a un notable deterioro en el plano económico, sino también, por añadidura, en lo político y social, deterioro que hace vislumbrar un panorama poco alentador para la UE en la próxima década.
La razón por la que las sanciones aplicadas a Rusia fracasaron y contribuyen al deterioro de algunas de las economías que las promovieron, tiene que ver con dos factores clave que deben ser valorados a la hora de evaluar la factibilidad de que en un futuro un enfrentamiento abierto de occidente con China, se promuevan medidas similares. Tales factores o condicionantes que determinarán el futuro de las relaciones internacionales son, primero, los niveles respectivos de interdependencia económica de China y Rusia con el mundo y segundo, el rol de la que juegue la Casa Blanca como groupier en el paño de las relaciones internacionales.
La economía rusa estaba ya en febrero de 2022, igual que en los últimos siglos, relativamente mundializada ( por usar un término acorde a ese marco temporal). Rusia, es una potencia telúrica, es decir, que basa su poder en la escena internacional en su extensión territorial ya que es poseedora de vastos recursos. Al mismo tiempo, como toda entidad política , es capaz de proyectar poder solo en la medida de que su situación doméstica esté ordenada, eso, por supuesto incluye la estabilidad de sus fronteras. Hasta tanto no se resolvieran sus límites, Rusia verá acotada su proyección en la escena internacional, la de su industria y su comercio, sobre todo.
La enorme potencia, cimentada en su dimensión territorial, tuvo siempre una única necesidad perentoria una vez estuviese garantizada su autoconservación, el acceso a los mares cálidos, buenos puertos que favoreciesen el intercambio y las comunicaciones. Para garantizar su subsistencia, la heredera del imperio bizantino, debió lidiar con la constricción proyectada desde fuera, pero paradójicamente también autoimpuesta, que se manifestó por siglos en el desvelo de sus competidores por expandirse en sus dominios y al mismo tiempo la llevó a bajar la cortina de hierro durante buena parte del siglo pasado. Batalló entonces, en el campo cultural, dirigiendo el ímpetu de los oponentes al propio ámbito doméstico, atizando el debate ideológico del que durante buena parte del siglo veinte fuimos testigos. Ese afán de autopreservación, su conservadurismo extremo y su ensimismamiento permiten catalogarla como una potencia defensiva y reactiva a los desafíos que desde siempre se le plantearon.
En suma, el desafío ruso continúa siendo su propia preservación y el desarrollo dentro de su esfera territorial, además de, como citamos antes, la conservación de contacto con los mares cálidos que fluyen entre los Dardanelos. Si confrontamos el hecho de que Rusia ha salido victoriosa del conflicto en Ucrania y que la política de sanciones fracasó, lo que trajo como resultado Europa pueda caer en un letargo económico con riesgo de crisis social coadyuvada por su deriva cultural, estamos notando que se está dando algo parecido a la rotación en los alisios, un cambio de época.
En este nuevo escenario, bien se puede avisorar el encumbramiento de Rusia durante las próximas décadas como la potencia líder en el viejo continente. Sin embargo, el restablecimiento de las relaciones comerciales entre la UE y Rusia en contexto de la crisis europea que se avecina llevará décadas. Luego de que se renegocien los acuerdos energéticos y se establezca un marco de relaciones previsibles y en un ambiente de confianza recíproca, muy probablemente emerja la Federación Rusa a la cabeza de un nuevo orden europeo.
En contraposición al caso ruso, el sistema de relaciones entre China y Estados Unidos con sus aliados estará sujeto a una revisión profunda en los próximos años, los asiáticos son una economía globalmente muy, muy sensible a los cambios en las variables que afectan al comercio, específicamente, el comercio de manufacturas. La economía rusa, mientras tanto es, escencialmente productora de materias primas. Ha demostrado en los últimos años una resistencia incólume a la condena internacional, demostró poder ser una economía cuasi autárquica sin descartar el hecho de que cuenta con una red de alianzas que le apalancaron en su abierta confrontación con occidente.
¿ Quién reparte las cartas?
Si nos focalizamos en el lustro pasado, Estados Unidos de América repartió las cartas en el paño de las relaciones internacionales como un groupier despistado y además, un poco resentido con la casa. La amenaza de declive de su poder real es cierta y requiere muchísima atención de su parte. Resulta claro que si no presta mucha atención China podría comerle «el mercadito”, valga la expresión de E. Santos Discépolo en “Chorra”. La administración Biden decidió aplicar a China sanciones económicas limitadas a ciertos sectores, que no funcionaron, en contraposición a las aplicadas a Rusia que fueron de carácter general, …y tampoco funcionaron. El instrumento fue ineficaz en el caso chino debido a que, según algunos autores no quiso exterminar los flujos comerciales dada la altísima interdependencia entre ambas economías y a su vez entre las de China y las de sus aliados de occidente.
La actual administración norteamericana al parecer, ha definido una hoja de ruta que involucra la atención del frente asiatico en primer término. Se busca el aplacamiento de Rusia y generar con ésta algunos acuerdos estratégicos. Parece que la actual administración ha decidido que sea Rusia, esta vez, la que tenga una mejor mano. No queda otra ya que Rusia no podrá ser controlada con sanciones y restricciones económicas y políticas aunque al contrario, China sí podría.
En efecto, dada la altísima interdependencia de China con occidente, una eventual contienda comercial implicaría, según algunos autores, que la economía china colapsase si se ejerciera un bloqueo económico por parte de Estados Unidos y sus aliados. En caso de aplicación de sanciones en toda regla, como las que se pretendieron aplicar a Rusia por parte de occidente, China sufriría un daño profundo e irreversible que estancaría su desarrollo por décadas si fueran aplicadas en toda su capacidad. Esta sería una carta de peso que podría jugar la administración Trump con el objetivo de ejercer presión negociadora para prevalecer como neto dominador del juego en las relaciones internacionales, al menos por un tiempo más.
La imagen de una Rusia fortaleciéndose y una China constreñida resulta potente, pero abre la interrogante de si Estados Unidos dejará el paso libre a la consolidación de Rusia como líder europeo, aunque ese proceso podría llevar algunos años y no creemos que este dentro de los planes estratégicos estadounidenses.semejante giro en la política tradicional de contención a Rusia. Su política exterior ha consistido por décadas, en dominar el cinturón del corazón del mundo ( el heartland). Una política emanada de las concepciones de Mackinder quien interpretó que el gigantismo territorial ruso le permitiría en el futuro consagrarse como primera potencia mundial. Como sabemos, hasta el momento solo podemos catalogarla como potencia hemisférica, pero ante la perspectiva del retiro de colaboración de Estados Unidos con la UE podemos inferir que se abre la posibilidad de que, por lo menos, en el mediano plazo, se concrete el ascenso ruso como primera potencia europea. ,
Mientras se desarrollaba este artículo se suscitó un enfrentamiento público entre el Presidente Trump y el líder ucraniano V. Zelenski que se inserta como corolario al primer párrafo de esta sección que fue escrito antes de este encuentro(nazo) entre ambos mandatarios ante la prensa ( revise historial de versiones en Google Docs). Allí en plena Casa Blanca y ante los ojos del mundo, Trump le dice que la guerra terminará en dos semanas… “ porque” tu no tienes cartas en este juego” …” estás apostando con la vida de millones de personas y con el riesgo de una tercera guerra mundial”. Todo dicho. Rusia y Estados Unidos se repartirán el pozo.